sábado, 26 de enero de 2013

Parapsicología de andar por casa


Guardo cosas. Guardo muchas cosas. Quizás guardo demasiadas cosas, pero es que me gustan las cosas, qué le voy a hacer.
Las uso. No es un guardar por guardar. Las uso.

Guardo papeles de colores que luego me sirven para envolver o decorar regalos. Guardo cuerdas y cordones y cintas que al final siempre utilizo. Guardo alambres y alambritos plastificados, de esos que vienen cerrando algunas bolsas de panecillos. Son muy útiles para muchas cosas. Guardo cajas de todo tipo. Guardo bolsas tanto de plástico como de papel, grandes, pequeñas, medianas. Guardo botes. Guardo telas. Guardo lápices y gomas de borrar y carpetas y sobres y sacapuntas y reglas y cintas métricas y gomas elásticas…  Lo guardo y lo uso.

Me compré no hace mucho, en un “todo a cien”, un nivelador. Siempre quise tener uno. Para quien no lo sepa, es un aparato precioso. Una especie de regla gordita que contiene un líquido y una pequeña burbuja que se mueve. Lo posas sobre lo que quieras nivelar y por la posición de la burbuja sabrás si está a nivel o no. ¡Maravilloso invento! Simple y útil.  Volví a casa con mi nivelador de 1€ sintiéndome feliz.  Tardé tiempo en usarlo. Pasaron meses, pero podrían haber pasado años sin tener que nivelar nada.
El empezar a hacer bizcochos ayudó a ello. Salían siempre torcidos. Muy torcidos. No quedó más remedio que calzar la cocina con unas maderitas debajo de las patas. Una chapuza sí, pero mucho más fácil y rápido que  enderezar la casa entera. En las casas payesas la horizontal del techo y la horizontal del suelo nunca son paralelas. En medio de aquella operación de "levanta" "espera" "aguanta" "cuidado no me vaya a pillar los dedos" por fin alguien dijo “¿no tendrás un nivelador…?” “!Sí!!! , ¡Lo tengo!!!!”  Qué emoción.




Y es que con las cosas hay que tener paciencia. No siempre es el momento de usarlas, pero qué satisfacción da cuando ese momento llega.

Me gustan también las cosas de cocina. El menaje. Fuentes de diferentes tamaños y formas, cuencos, salseras, esas cosas.
La ropa de casa. ¡Me encanta! Colchas, edredones, sábanas, toallas, plaids, mantitas, cojines…
Hace años que no compro nada. Tengo de todo. Muchas cosas son heredadas o regaladas y como guardo todo, pues hay de todo. Ante un “tengo frío” puedo hacer mil preguntas para intentar dar con la pieza adecuada “¿Mucho frío, poco frío? ¿Frío así como de edredón de plumas o más así como de entretiempo? ¿Quizás sólo de mantita? Pero… ¿te apetecería más una mantita polar o una mantita de lana fina…???” Reconozco que a veces el del frío, para cuando he acabado, ya se ha puesto un jersey y punto, pero ya saco entonces alguna de las mantitas para, por lo menos, que se tape las piernas.

Sí, a todos les parece que guardo demasiadas cosas, pero el caso es que luego me piden de todo:
¿Tendrías un cubo viejo para…? . ¿Habría por ahí un cartón grueso que me sirviera…? Me haría falta una maderita no muy ancha…, para esto iría bien un palo largo… ¿Bombilla, hay? Oh! Se ha quedado esto sin pilas… ¿Un corcho no tendrás por ahí?, ¿hay algún barreño pequeño para…?, Con un buena cuerda atábamos esto, y listo!, ¡Está entrando agua por esta ventana! ¿Hay toallas viejas?........
Todo esto son ejemplos reales. También debo aclarar, que vivimos en el campo y no sé por qué, en el campo se necesitan muchas cosas y si son viejas mejor. Así que en casa cada trapo, cada hilo, cada bote, cada tapón… tiene muchas utilidades, muchas vidas y mucho trabajo aún por hacer.

El problema de todo esto es el almacenaje y la memoria. Me vuelve un poco loca el intentar tener todo más o menos en orden. Da mucha rabia saber que tienes algo y no encontrarlo. Eso me desespera. Por ahora, me salva la memoria.

La memoria es básica. Para esto recomiendo la memoria fotográfica. Como no consigo tenerlo todo organizado como a mí me gustaría, no queda otra que visualizar. Por ejemplo: “¿tendríamos un plástico grande para tapar esto por si llueve?” Ahí mi mecanismo de imágenes archivadas empieza a rodar. Me concentro y entorno los ojos “Un momento”. Voy viendo los posibles sitios dónde pudiera haber un plástico de esas dimensiones. Voy viendo mentalmente el trastero por zonas, el cuarto de la lavadora, y de pronto ¡zas!, lo veo. A veces no lo ubico del todo, entonces me concentro aún más para intentar ver lo que hay alrededor… “¡sí! Creo que hay uno donde guardo las bolsas”.
Es lo más parecido a ser una médium y como toda médium muchas veces me equivoco y al final no hay tal plástico. Pero bueno, por lo menos no engaño a nadie, ni salgo en la tele.

Esto de guardar cosas tiene su aquel y requiere de una cierta maña.
Otro día hablaré de las cosas que se guardan por motivos sentimentales. Ese es un mundo mucho más misterioso que el de la parapsicología de andar por casa.  Es un mundo en el que una servilleta de bar con un garabato a boli, puede abrir la puerta a una dimensión paralela.

Continuará….

15 comentarios:

  1. No es sólo memoria lo que hace falta... también, espacio de almacenaje.

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    1. totalmente de acuerdo. Aunque por mucho espacio que haya, puede llegar a no ser suficiente...

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  2. Qué grande eres, pequeñaja!!
    Y qué gustito tan dulce en la boca deja leerte!!
    :-)

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  3. Gracias, "anónimo". Qué pena no saber quien eres :)

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  4. Qué maravilla, Susana... me parecía que estabas hablando de mi, y es que en esto somos almas gemelas. Me he sentido completamente identificada, y he de decirte que ando un poco revuelta porque no encuentro mentalmente (fotográficamente) un adaptador de corriente que heredé de mi abuelo, en que se puede variar los voltios de salida, y que me haría falta ahora... Cuando falla la memoria fotográfica te sientes desamparada, como si tu esquema mental se desmoronara y ya no sabes qué hacer... Tendré que atarle una cuerda a San Cucufato.
    Enhorabuena preciosa, me declaro fan in-con-di-cio-nal.

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    1. Gracias, Silvie.
      Ese adaptador tiene que aparecer! otro gran invento de la ciencia. :)

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  5. me encanta lo del nivel y el bizcocho... ;)

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  6. Esto es lo que tiene de bueno vivir en el campo. Si en Vila yo intentara algo parecido la vecina del tercero -a la que acusé en la última reunión de no pagar las cuotas de la comunidad desde la dimisión de Suárez- se vengaría de mí y llamaría a Servicios Sociales denunciando que en el 4º hay un caso flagrante de síndrome de Diógenes. Es la misma clase de loca que luego busca una cuerda y, claro, no la encuentra.
    Te animo a que sigas recopilando más cosas... y más entradas en el blog.
    Besos.


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    1. Huy... esa vecina parece peligrosa. Ve al tanto!
      Gracias, Andreu

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  7. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  8. Eso es lo que pasa cuando uno ve todas las posibles vidas de un simple cordón. Como te entiendo Susana. Yo creo que seria feliz en una planta de reciclaje. Imaginate 8 horas diarias buscando la utilidad a cualquier cosa!!!
    Susana, me encanta tu blog.
    Pd: saldré como anónimo hasta que me enteré del resto de opciones, soy Cris.

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    1. Hola Cris! que alegría tenerte por aquí y que encima te guste el blog.

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