Guardo cosas. Guardo muchas cosas. Quizás guardo demasiadas
cosas, pero es que me gustan las cosas, qué le voy a hacer.
Las uso. No es un guardar por guardar. Las uso.
Guardo papeles de colores que luego me sirven para envolver
o decorar regalos. Guardo cuerdas y cordones y cintas que al final siempre
utilizo. Guardo alambres y alambritos plastificados, de esos que vienen
cerrando algunas bolsas de panecillos. Son muy útiles para muchas cosas. Guardo
cajas de todo tipo. Guardo bolsas tanto de plástico como de papel, grandes, pequeñas, medianas. Guardo botes. Guardo telas. Guardo lápices y gomas de
borrar y carpetas y sobres y sacapuntas y reglas y cintas métricas y gomas elásticas… Lo guardo y lo uso.
Me compré no hace mucho, en un “todo a cien”, un nivelador. Siempre
quise tener uno. Para quien no lo sepa, es un aparato precioso. Una especie de
regla gordita que contiene un líquido y una pequeña burbuja que se mueve. Lo
posas sobre lo que quieras nivelar y por la posición de la burbuja sabrás si
está a nivel o no. ¡Maravilloso invento! Simple y útil. Volví a casa con mi nivelador de 1€
sintiéndome feliz. Tardé tiempo en
usarlo. Pasaron meses, pero podrían haber pasado años sin tener que nivelar
nada.
El empezar a hacer bizcochos ayudó a ello. Salían siempre torcidos. Muy torcidos. No quedó más remedio que calzar la cocina con unas maderitas debajo de las patas. Una chapuza sí, pero mucho más fácil y rápido que enderezar la casa entera. En las casas payesas la horizontal del techo y la horizontal del suelo nunca son paralelas. En medio de aquella operación de "levanta" "espera" "aguanta" "cuidado no me vaya a pillar los dedos" por fin alguien dijo “¿no tendrás un nivelador…?” “!Sí!!! , ¡Lo tengo!!!!” Qué emoción.
El empezar a hacer bizcochos ayudó a ello. Salían siempre torcidos. Muy torcidos. No quedó más remedio que calzar la cocina con unas maderitas debajo de las patas. Una chapuza sí, pero mucho más fácil y rápido que enderezar la casa entera. En las casas payesas la horizontal del techo y la horizontal del suelo nunca son paralelas. En medio de aquella operación de "levanta" "espera" "aguanta" "cuidado no me vaya a pillar los dedos" por fin alguien dijo “¿no tendrás un nivelador…?” “!Sí!!! , ¡Lo tengo!!!!” Qué emoción.
Y es que con las cosas hay que tener paciencia. No siempre es el momento de usarlas, pero qué satisfacción da cuando ese momento llega.
Me gustan también las cosas de cocina. El menaje. Fuentes de
diferentes tamaños y formas, cuencos, salseras, esas cosas.
La ropa de casa. ¡Me encanta! Colchas, edredones, sábanas,
toallas, plaids, mantitas, cojines…
Hace años que no compro nada. Tengo de todo. Muchas cosas
son heredadas o regaladas y como guardo todo, pues hay de todo. Ante un “tengo
frío” puedo hacer mil preguntas para intentar dar con la pieza adecuada “¿Mucho
frío, poco frío? ¿Frío así como de edredón de plumas o más así como de
entretiempo? ¿Quizás sólo de mantita? Pero… ¿te apetecería más una mantita
polar o una mantita de lana fina…???” Reconozco que a veces el del frío, para
cuando he acabado, ya se ha puesto un jersey y punto, pero ya saco entonces alguna
de las mantitas para, por lo menos, que se tape las piernas.
Sí, a todos les parece que guardo demasiadas cosas, pero el
caso es que luego me piden de todo:
¿Tendrías un cubo viejo para…? . ¿Habría por ahí un cartón
grueso que me sirviera…? Me haría falta una maderita no muy ancha…, para esto
iría bien un palo largo… ¿Bombilla, hay? Oh! Se ha quedado esto sin pilas… ¿Un corcho no tendrás por
ahí?, ¿hay algún barreño pequeño para…?, Con un buena cuerda atábamos esto, y
listo!, ¡Está entrando agua por esta ventana! ¿Hay toallas viejas?........
Todo esto son ejemplos reales. También debo aclarar, que
vivimos en el campo y no sé por qué, en el campo se necesitan muchas cosas y si
son viejas mejor. Así que en casa cada trapo, cada hilo, cada bote, cada tapón…
tiene muchas utilidades, muchas vidas y mucho trabajo aún por hacer.
El problema de todo esto es el almacenaje y la memoria. Me
vuelve un poco loca el intentar tener todo más o menos en orden. Da mucha rabia
saber que tienes algo y no encontrarlo. Eso me desespera. Por ahora, me salva
la memoria.
La memoria es básica. Para esto recomiendo la memoria
fotográfica. Como no consigo tenerlo todo organizado como a mí me gustaría, no
queda otra que visualizar. Por ejemplo: “¿tendríamos un plástico grande para
tapar esto por si llueve?” Ahí mi mecanismo de imágenes archivadas empieza a
rodar. Me concentro y entorno los ojos “Un momento”. Voy viendo los posibles
sitios dónde pudiera haber un plástico de esas dimensiones. Voy viendo mentalmente
el trastero por zonas, el cuarto de la lavadora, y de pronto ¡zas!, lo veo. A
veces no lo ubico del todo, entonces me concentro aún más para intentar ver lo
que hay alrededor… “¡sí! Creo que hay uno donde guardo las bolsas”.
Es lo más parecido a ser una médium y como toda médium
muchas veces me equivoco y al final no hay tal plástico. Pero bueno, por lo
menos no engaño a nadie, ni salgo en la tele.
Esto de guardar cosas tiene su aquel y requiere de una
cierta maña.
Otro día hablaré de las cosas que se guardan por motivos
sentimentales. Ese es un mundo mucho más misterioso que el de la parapsicología
de andar por casa. Es un mundo en el
que una servilleta de bar con un
garabato a boli, puede abrir la puerta a una dimensión paralela.
Continuará….